Con esta entrevista queremos presentaros a Laura Masetti a la que muchos ya conocéis por los programas de voluntariado. Os invitamos a conocerla un poco más en profundidad.
Laura ofrecéis voluntariados cuya finalidad es acompañar a enfermos y familiares en el hospital, ir a una residencia para estar con personas mayores.. Esto no parece muy apetecible. ¿Qué les mueve a dedicar su tiempo a los demás?
Yo tengo la percepción de que sí que es apetecible porque estar con estas personas es realmente agradable. Además, he comprobado personalmente en voluntariados con personas mayores que, cuando estás con ellas, en ese momento necesitan tanto de ti y te das cuenta de que puedes hacer algo por ellos. Los propios voluntarios son conscientes de que si ellos no van el anciano no recibe esa atención.
¿Eres tú una voluntaria más o te encargas de delegar y coordinar?
Por supuesto que voy a los voluntariados. Allí me doy cuenta de las experiencias de los voluntarios y de cómo sienten el placer de ayudar. Por ejemplo en el ciberaula se dan cuenta de que ellos juegan 1h con los niños y que así su familia ha podido salir durante ese momento del hospital o simplemente tomarse un café.
También me enternece ver al típico niño rudo con su mochila de deporte, es el tercer año que hace voluntariado, tapando a una niña con deficiencias para que no tenga frío.
¿Cuántos voluntarios hay en la Fundación?
158 voluntarios juveniles, 82 voluntarios adultos y en La Rioja 100 aproximadamente.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Cuando voy al voluntariado con los mayores me encanta porque son muy nobles y se comportan tal como son, como los niños. Pero con el que más disfruto es con el de apoyo escolar porque es un cúmulo de sensaciones y de momentos que ellos te brindan. Son personas con las que no solo hacemos los deberes del colegio sino que hacemos familia y estamos logrando una inclusión. Es un voluntariado complicado humanamente porque te obliga constantemente a ponerte en la situación del otro pero precisamente por esto es enriquecedor porque te enseña a empatizar y eso es muy importante en la vida.
¿Por qué decidiste trabajar en la Fundación Canfranc?
Yo no lo decidí, fue el destino. Acababa de venir de Cuba y tenía en la cabeza la cuestión de la integración y de volver a empezar desde cero; tenemos formas de ser y costumbres diferentes, aunque no lo parezca, que dificultan hasta lo más sencillo. En esa situación, encontré un listin sobre fundaciones que esta atendía a inmigrantes, así que fui para ofrecerme a dar clases para inmigrantes sobre cosas muy elementales: cómo coger el bus, cómo presentarse,… y les gustó. Después me llamaron para hacer un trabajo y aquí me he quedado y estoy encantada.
Para ti ¿qué es la Fundación Canfranc?
Es como una familia porque me ha construido metas muy altas a nivel personal, lo cual lo agradezco muchísimo, comparto con la fundación formas de ver la vida y además, he logrado hacer amigas en el trabajo, que es una palabra muy fuerte.
¿Qué tipo de valores tiene la fundación que compartes?
Sobre todo valores de humanidad. Cuando una persona tiene un problema le ayudan a subir y se vuelcan en ella. Son valores que están muy desgastados hoy en día y aquí te los encuentras.
Los voluntariados que tenéis consisten principalmente en dedicar su tiempo a personas necesitadas y darles cariño y compañía ¿no te frustra no ofrecerles algo más?
Por supuesto, pero la vida me ha enseñado que cada uno tiene que aprender a salir adelante y escribir nuestro propio libro. Uno puede aliviar y poner las herramientas, incluso enseñarles cuáles son las herramientas sólidas para salir adelante que pienso que son el saber, el conocimiento de la vida, de la cultura, el idioma, desenvolverse… La soledad de una persona mayor es imposible evitarla si la familia no es capaz de darse cuenta de esa carencia, pero lo que sí que se puede hacer es acompañarla.
Cuando los voluntarios terminan el voluntariado a final de curso ¿con qué se quedan?
La mayoría de nuestros voluntarios son de bachillerato y estudian en colegios concertados. Descubren un lado de la vida que desconocen y aprenden muchas cosas. Los colegios recogen los testimonios de los voluntarios y todas son positivas porque cada uno tiene algo que contar. Además, los que repiten con su fidelidad lo demuestran y conocen esta cualidad desconocida en ellos y si ese darse a los demás es algo vocacional.
¿Con qué te quedas de la fundación?
Claramente con mi trabajo, mataría si me lo quitan porque no quiero que me quiten ni mis niños, ni mis ancianos,.. me encanta este trabajo.
Esta entrevista ha sido realizada por Montse Domínguez Insa estudiante de publicidad en la USJ en el transcurso de sus prácticas en Fundación Canfranc.