Si pensamos en la generación de nuestros mayores, con los que convivimos, es fácil compararlos con el acero, aleación dúctil y maleable.
Las personas mayores son fuertes, elásticas y cariñosas, resistentes, con dureza y buen temple, con una gran plasticidad a la vez que tenaces para superar las dificultades. Todas esas cualidades las transmiten de forma natural a los jóvenes voluntarios, que periódicamente realizan con ellos acciones de acompañamiento a través de una actividad de ocio y tiempo libre o a través de un paseo o conversación personalizada.
Pequeños testimonios pueden avalar la afirmación anterior:
Beatriz, directora de una residencia de personas mayores: “nuestros residentes ya echan en falta a los voluntarios, (…) se lo han pasado estupendamente con ellos (…) esperan que vuelvan pronto…”
Pablo, un joven profesional, que como voluntario ha desarrollado un taller de idiomas en el hogar de mayores de Valdefierro comenta “me ha ido genial con los jubilados (…) muy contentos, como siempre…, ¡son un grupazo!”.
Gloria, voluntaria que periódicamente acompaña a una residente mayor nos dice: “ella me necesita y yo, también la necesito”.
Mencía sonriendo afirma: “muy contentas las señoras mayores de la residencia porque han decorado y pintado manualidades y han estado muy entretenidas”.
Esta simbiosis que se establece de forma natural entre personas mayores vulnerables y jóvenes voluntarios solidarios ¡es un acero sostenido y alargado en el tiempo!; refleja la fortaleza, elasticidad y cariño de los mayores con el buen temple, plasticidad y alegría de la juventud.
¡GRACIAS!
- Voluntarios
- Responsables del voluntariado en centros educativos
- Entidades sociales receptoras de voluntarios
Es la exclamación que lanzamos desde Fundación Canfranc recordando momentos de las acciones de voluntariado realizadas en este curso, que finalizamos con la entrega personalizada de los Certificados de Voluntariado.